Que no suena tan terrible como "veintiocho"...
14 de noviembre de 1983, mi mamá iba al sanatorio en Caracas, Venezuela, (país donde estaban viviendo desde hacía unos años) porque era su "novena falta" pero sin síntomas de parto, tal como le había pasado años antes, cuando mis hermanos debían nacer.
-"Señora, ¿Ud. está segura que está en fecha? Tiene una panza muy chiquita... a ver si abrimos y matamos a ese bebé..."- le dijo un amoroso médico obstetra luego de medirle la panza con un centímetro, que evidentemente tenía muy poco de psicología y mucho menos tacto para tratar a una embarazada a punto de parir.- "Vaya a hacerse una ecografía". Y ahí fue ella, a ver a su bebé por primera vez, ya que según me cuenta nunca le habían hecho una ya que en esa época no existían las ecografías, o por lo menos no era una práctica habitual.
Al verla llegar, la ecografista le dijo asombrada:
-"Qué raro que no tengas síntomas, porque hasta tenés pérdidas!".
-"Nooo, que pérdidas -le respondió mi mamá- es que la enfermera me rasuró con una maquinita usada y me lastimo toda!!"
En ese momento se empezaba a hablar de una nueva enfermedad llamada SIDA y ella tenia miedo que la hubieran contagiado con tan despreciable descuido.
-"Este bebé está perfecto. Vaya a parir, señora..."
Tan nerviosa estaba mi pobre madre que ni se le ocurrió preguntar el sexo de su bebé...
La dejaron sin ropa y sin marido. A mi papá lo echaron del lugar, no podía quedarse ni siquiera en el pasillo esperando. Parece que la inseguridad era mucha. Como tenía los dedos hinchados no se pudo sacar la alianza, y se la taparon con una cinta.
Justo antes de empezar la cesárea, al suministrarle la anestesia total, le avisaron, como quien no quiere la cosa, que le ligarían las trompas, ya que era su tercer hijo y en Venezuela parece que había una ley que así lo amparaba. Somnolienta como estaba, discutió con el médico para evitar que se lo hagan y antes de dormirse, lo último que escuchó fue que el medico le prometía, sin mucho interés, que "vería como estaba todo ahí adentro y decidirían qué hacer sobre la marcha". Qué espantoso... no puedo imaginar a mi mamá en esa situación sin que se me haga un nudo en el estómago. Sola, con miedo, después de todo lo que había pasado, las respuestas despreocupadas de quienes decían ser profesionales de la salud.
Se empezó a despertar y escuchaba a los médicos haciendo chistes entre ellos, y ella tenía miedo de sentir todo lo que le hacían. Cuando la vieron despierta, le dijeron "No le ligamos las trompas... y es una niña". Eran las 11.35 de la mañana, yo acababa de conocer el mundo y mis padres se convertían en papás por tercera y ultima vez.
Y pasaron las horas, y nadie la venia a ver. No sabia donde estaba yo. A mi papá no lo dejaban entrar. Ella tenia el "privilegio" de estar en una cama ella sola. O sea, tenia el "privilegio" de haber tenido cesárea, y así no tener que compartir su cama con nadie, ya que las mujeres que habían parido de manera natural, compartían su cama entre dos. El camisón con que la habían operado estaba manchado con sangre. Y no tenia más ropa, ya que para evitar robos se la habían dado a mi papa. Y el dolor era insoportable, porque se había ido la anestesia. Lo único que tenia a mano era la sabana de su cama, y lo decidió.
Como pudo y con todo el dolor a cuestas, se sacó el camisón, se paró como pudo y se envolvió en la sabana. Caminó descalza por los pasillos del sanatorio, sin saber si estaba yendo por el camino correcto. Y llegó a la nursery donde estaba yo... y me vio por primera vez en su vida, vidrio de por medio.
De eso han pasado hoy 28 años. Y cada vez que escuchaba este relato (por no decir el del día en que parió a mi hermana, que fue mucho peor porque casi se mueren las dos) me convencía más y más que yo no quería pasar por una cesárea. Pero la vida tiene sus cosas, y así tuvo que ser. Aunque no la pasé tan mal como mi mamá, debo reconocer.
Hasta ahora, nunca me había puesto a pensar en mi cumpleaños como el aniversario del día de mi nacimiento en el que mi mamá tuvo un gran protagonismo. Pero ser madre me cambió la forma de ver y vivir los cumpleaños, míos y de los demás.
Así que feliz cumpleaños mamá, y feliz cumpleaños a mi, claro =)
"28, es un número compuesto que tiene como factores propios los números 1, 2, 4, 7 y 14.Como la suma de sus factores hacen 28, esto lo convierte en un número perfecto."