Nuestra lactancia

Creo que la "Semana de la lactancia" debería ser conmemorada cada vez que una mamá pare a un bebé. Paso a explicarme. Creo que los primeros días después del parto son FUNDAMENTALES para tener éxito al dar la teta. Sino, pasa como me pasó a mi, que por desinformación, malos consejos, posteriores y repetidos "se queda con hambre", concluimos la lactancia el mismo día en que Valentino cumplió 5 meses.
Esta semana en particular me genera un nudo en la garganta, un dolor en el alma que llevo en silencio.
Cuando mi bebé nació, me lo trajeron a las 3 o 4 horas, una enfermera me lo puso al pecho y puso play a su cassette de recomendaciones: "Tenés que darle cada 3 horas, 10 minutos de cada lado, despertarlo cuando se duerma tocándole la cara o haciéndole cosquillas en los pies, no dejes que la nariz se le tape con tu pecho, hacele provechito y a su cuna. Y no te asustes... porque te va a doler".
Bueno... con semejantes recomendaciones, ¿a quién se le ocurriría preguntar/objetar algo? A mi, no.
Luego venía el siguiente turno de enfermeras, que tenían una opinión diferente: "Nada de reloj, dale teta cuando pida, no importa si tenés que vivir con el chico pegado día y noche". La verdad es que a esta altura, a 8 horas de parir, cuando la anestesia dejaba de hacer efecto y aparecían los dolores, cuando comenzaba el horario de visita y la habitación parecía la pasarella de Giordano... yo ya estaba muy confundida.
Pesó 4,170kg al nacer. Nos fuimos de alta 36 hs después con 3,850kg. Llegamos a casa, y lejos de lo que yo había imaginado, comenzó un camino que tenía mas espinas que rosas. El dolor que sentía era verdaderamente aterrador. Llegué a desear que no pasaran esas 3 horas para no tener que sufrir de nuevo, es muy feo lo que estoy diciendo pero es verdad. Tenía grietas muy profundas, tanto que lo primero que tomaba Valentino era sangre. Esto lo pude pilotear con pezoneras, que calmaban bastante el dolor y ayudaban a cicatrizar las heridas. Pero a pesar de todo el empeño que le puse porque estaba (estoy) absolutamente convencida que lo que le estaba dando era lo mejor para él, algo me decía que el llanto se debía al hambre. Estuvo 10 días sin subir de peso. Los controles eran cada 48 hs, y aunque no era un bebé de bajo peso, saber que lloraba de hambre me partía el alma al medio. Y saber que yo, mi leche, no le alcanzaba para alimentarse sumado al hecho que no había podido traerlo al mundo de manera natural, me convertían internamente en la peor madre del planeta. Vale aclarar que el posparto lo viví con tristeza, no llegó a ser depresión creo yo, pero sí una gran angustia que se profundizaba con este "ni siquiera soy capaz de alimentar a mi hijo".
En el primer control que notamos que no había subido de peso, me preguntaron "¿tenés suficiente leche? (y que se yo...) y apareció la primer amenaza: "si en 48 hs no aumenta nada, hay que agregar un complemento". Yo lo vivía como una carrera contra el tiempo, llegar a casa, mentalizarme que él tenía que comer más, luchando con mi instinto que por un lado me decía que yo no era suficiente para él y por el otro lado, que tenía que seguir intentándolo, aunque no durmiera nunca más en la vida. Ahora lo cuento y hasta pienso que parece mas trágico de lo que fue, pero en ese momento, hay muchísimas cosas que le pasan a una por la cabeza.
Y aquí llegamos al control donde aparecieron las benditas frases: "sequedaconhambretulechenolealcanza" y me recetaron "unaayuditaenmamaderadespuesdelateta"... y en la desesperación yo no pregunté otra opinión, no objeté nada. Bastaba con saber que el pobre chico ya no lloraría por culpa del maldito hambre, por mi culpa.
Me aclararon, muy amablemente, que una vez que probara la mamadera, que le facilita enormemente la tarea, sería difícil, casi imposible que quiera agarrar la teta de nuevo.
Dicho y hecho. Poco a poco, el pecho pasó de ser el plato principal a ser "laentraditamientraspapápreparalamamaderaquesíeselplatofuerte".
No responsabilizo totalmente a los médicos, sino que asumo gran parte de la culpa por no haber insistido en hacer lo que yo creía correcto. No es fácil pasar por esto cuando toda mi vida escuché a mi mamá decir que ella había amamantado a sus tres hijos de manera exclusiva hasta los 6 meses y después continuó haciéndolo hasta el año y medio. No es fácil cuando la pregunta del millón en la calle, formulada por cuanto extraño se cruce en el camino, es: "¿Toma teta, no?". No es fácil para mi cuando leo por ahí que dar la mamadera es casi tan malo como pegarle a la madre. Tengo una herida muy grande en el alma, y gracias principalmente a mi marido puedo atravesar ese dolor. Gracias a él que me apoya siempre, en todas mis decisiones y siempre me dijo que no es de mala madre no haber podido dar el pecho tanto como hubiera querido.
A pesar de lo poco que nos duró, dar la teta fue, junto con sentir las patadas de mi bebé en la panza, la sensación más maravillosa, plena, mágica de mi vida. Así que, señoras y señores, concluyo que no soy ni menos mujer ni peor madre que aquellas afortunadas que sí pudieron.
Y por favor, juicios de valor, conmigo no más.